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El conocimiento de la realidad  que ofrece Jesús.

 

Jesús nos habla de la existencia de dos realidades. La terrenal que incluye la  humana y la realidad de Dios. Pero no  están separadas ni son intransferibles. El hombre está en el medio participando de la dos. Podemos decir que son  como dos habitaciones  separadas por una pared. El hombre  puede  y debe abrir una puerta para poder acceder al otro lado. Las condiciones las va exponiendo Jesús en sus dichos.

 

 Quizá este ejemplo sirva para un primer estadio de conocimiento. Complicándola pero siendo más veraz, podemos decir mejor que la Realidad Total es como  una  habitación en la que existen dos personas en la que una lleva una venda y unos tapones en el oído (el hombre)  y no ve ni oye  ni siente al otro (a Dios y la realidad espiritual). El acceso al Reino de Dios consistiría en quitarse  la venda, reconocer al otro. 

 

Un tercer paso  en la  profundidad de conocimiento es  darse cuenta que esa  habitación está en nuestro interior.

 

Ya vimos como a Jesús le gustaba usar opuestos y duplicidades en sus dichos para explicar, en algunos casos  la realidad como es y/o  como debería de ser.  Pero lo más extraño de estos ejemplos  es que lo razonablemente opuesto es para él, sin embargo una sola cosa.  Y precisamente esto es para él la característica de los Hijos de Dios, así  dice “¿Cuál es la señal de vuestro  Padre que lleváis en vosotros mismos?  “Decidles es el movimiento y a la vez el reposo”. En cuanto a las duplicidades  se repiten en todo el texto pero en especial el dicho 22 está cuajada de ellas; hacer de  dos manos una, de  dos ojos uno etc. Y son tan importantes que   el poder realizarlas  es nada más y nada menos que un requisito por el que podremos entrar en el Reino.

 

 

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