El evangelio de Tomás se incluye dentro de los llamados evangelios gnósticos. El gnosticismo cristiano fue un movimiento que tuvo un gran auge durante los primeros siglos del cristianismo.   El término gnosticismo no se acuñó hasta que hizo falta definir a esta corriente cristiana, es decir a pesar de lo que se diga no existía el gnosticismo como corriente antes de los cristianos. Sin embargo muchos de los principios  de los gnósticos  cristianos  ya existían  y hunden su raíces en la filosofía griega, sobre todo  la platónica y según algunos autores en el antiguo Egipto, de ahí la confusión en creer en la existencia del gnosticismo precristiano.

 

Sus  ideas fueron despareciendo en el seno de una iglesia unificada a través de los sucesivos concilios.

Los que llaman pues a  este evangelio, evangelio gnóstico como una fusión de gnosticismo y cristianismo  equivocan sus palabras.  Tampoco existen tratados ni escritos gnósticos, sus creencias son conocidas por las críticas que les hicieron son más acérrimos perseguidores los conocidos como “los Padres de la Iglesia”

 

El gnosticismo, del griego gnosos, conocimiento,  es conocimiento de uno mismo  y que no es más, ni menos,  que la realidad de la presencia de Dios en el interior de cada ser humano, y de su doble naturaleza terrenal y espiritual.  Un Dios que habita en cada uno y con el por tanto se podría entablar un  diálogo directo. Enseguida los partidarios de una iglesia jerarquizada que eran contrarios a esta interacción  directa sin la intermediación de sacerdotes y obispos hicieron que los desecharan y quedaron relegados a la zona oriental del mundo del Imperio Romano.

 

 

Quien encuentre el sentido de estas palabras…, dice Jesús en el dicho número 1, no pide acción sino conocimiento comprensión. Verbos como conocer, prepararse, ver, reconocer, comprender  plagan este texto y están muy por encima en número de veces en los que se cita los verbos amar, obrar o perdonar.